LEYDI P.G.: Trágica Crónica de una Muerte Anunciada a Manos de Plagiadores
El caso de Leydi P.G., una adolescente de 17 años secuestrada y asesinada por una organización criminal, ha conmocionado a la sociedad y expuesto los peligros de aceptar citas a ciegas con desconocidos. Lo que inició como un plan para extorsionar a su familia, terminó en un trágico homicidio que dejó al descubierto la coordinación de delincuentes en varias regiones del país.
El inicio del plan criminal
Todo comenzó cuando Mayalen Fray Moya, amiga de Leydi P.G., compartió con su pareja Kleiber Espinoza Palomino información sobre la supuesta riqueza de la familia de la adolescente. Convencidos de que los padres de Leydi tenían dinero, Kleiber y su hermano Aarón Espinoza Palomino, ambos con antecedentes criminales, diseñaron un plan para secuestrarla y exigir un millonario rescate.

El 6 de enero a las 7:30 p.m., Leydi P.G. recibió una llamada de un hombre que le dijo que tenía información confidencial para ella. La citó en la localidad de Puerto Zúngaro, a una hora y media de distancia de donde se encontraba. La joven, sin sospechar el peligro, tomó su moto lineal y se dirigió al punto de encuentro. Sin embargo, en el camino fue interceptada por tres sujetos y llevada a un lugar de cautiverio.
La extorsión y la trágica realidad
A la mañana siguiente, los secuestradores se comunicaron con la madre de la joven, Marcelina Girón Carbajal, exigiendo un rescate de S/500.000. Como prueba de vida, enviaron un video en el que se veía a Leydi atada y aterrorizada, mientras uno de los criminales, identificado luego como Delmer Lino Abad, le apuntaba con un arma.
Sin embargo, lo que los padres y la policía desconocían era que la joven ya había sido asesinada el mismo día que enviaron el video. Según confesiones posteriores, los delincuentes decidieron matarla con golpes en la cabeza utilizando un palo, pues temían que pudiera reconocerlos. Su cuerpo fue enterrado a un kilómetro del lugar de cautiverio.
Para desviar la atención de las autoridades, los secuestradores siguieron contactando a los padres de la víctima. En cada llamada, insistían en que Leydi seguía con vida y aumentaban la presión psicológica sobre la familia. «Si no pagan, la mutilaremos», amenazaban.

Mientras tanto, la Policía Nacional del Perú (PNP), a través de la División de Investigación Antisecuestros, comenzó a rastrear las llamadas telefónicas y a identificar a los posibles responsables. Fue así como determinaron que los delincuentes operaban desde distintas regiones, incluyendo Satipo, en Junín, y el distrito limeño de San Juan de Lurigancho.
La caída de la banda criminal
A pesar de la trágica muerte de la adolescente, los delincuentes continuaron exigiendo el dinero del rescate. Engañaron a los padres asegurándoles que Leydi aún estaba viva y amenazando con mutilarla si no cumplían con el pago.
El 21 y 22 de enero, los progenitores, con la esperanza de recuperar a su hija, depositaron S/700 en una cuenta bancaria proporcionada por los plagiadores. Este fue el error que permitió la captura de los criminales. La policía identificó al titular de la cuenta: Jonathan Yacila Silva, residente en La Victoria, quien confesó haber recibido el encargo de cobrar el dinero de parte de José Agapito Farro, un hombre con domicilio en San Juan de Lurigancho.
Tras la detención de Farro el 22 de enero, se revelaron los nombres de más implicados, incluyendo a la pareja de convivientes Miller Mautino Espinoza y Estafane Trejo Melgarejo. Luego de su arresto, Miller Mautino mencionó a Kleiber Espinoza Palomino y a su novia Mayalen Fray como los autores intelectuales del secuestro.

Recuperación del cuerpo y detención de los responsables
El 25 de enero, Aarón Espinoza Palomino fue capturado en Satipo. Durante su interrogatorio, confesó su participación en el crimen y llevó a la policía al lugar donde habían enterrado el cuerpo de Leydi P.G., en la comunidad nativa de San Juan de Pachitea, en la región de Huánuco.
La necropsia reveló que la joven falleció debido a golpes en el cráneo con un objeto contundente, lo que le causó un edema cerebral y pérdida de masa encefálica. La brutalidad del asesinato dejó en claro que nunca hubo intención de liberarla; los secuestradores solo buscaban obtener dinero.
Además, los investigadores descubrieron que la organización delictiva tenía antecedentes de otros secuestros en la región, y que operaban con una estructura bien definida, dividiendo roles entre captadores, ejecutores y receptores del dinero.
Una red criminal bien estructurada
Las investigaciones revelaron que este no fue un simple secuestro planeado por un grupo de amigos, sino el accionar coordinado de una organización criminal denominada “Los Carachamas” que operaba en diversas regiones, incluida Lima. Además de Kleiber y Aarón Espinoza Palomino, fueron detenidos Rabdy Vargas Mateo, Rodrigo Romero Tejada, Delmer Lino Abad (autor material del asesinato) y Vicente Aquino Lino, tío de Delmer Lino y prófugo de la justicia por un caso de asesinato en Ucayali.
Los testimonios obtenidos permitieron identificar al menos a otros cinco implicados, que están siendo buscados por la policía. Entre ellos, se encuentran cómplices que participaron en la vigilancia de la víctima y en la planificación del secuestro.
Lecciones y advertencias
El trágico caso de Leydi P.G. es un llamado de atención sobre los riesgos de confiar en desconocidos. Se recomienda que las personas, especialmente los jóvenes, eviten aceptar citas a ciegas y, en caso de recibir invitaciones sospechosas, informen de inmediato a sus familiares o a la policía.
Los padres deben educar constantemente a sus hijos sobre la importancia de la prudencia y la seguridad en su vida cotidiana. Con la captura de esta banda, se ha dado un paso importante en la lucha contra el crimen organizado, pero aún queda mucho por hacer para evitar que tragedias como esta vuelvan a ocurrir.