ALCALDE JARA GALLARDO Se va de juerga a Lima evadiendo afrontar serios problemas en la municipalidad
El alcalde “Toño Jara” Gallardo, que se ha ganado a pulso su apelativo “alcalde fiestero”, en momentos que existen serios problemas que atender en la municipalidad, que afectan no solamente a temas relacionados con denuncias civiles, penales en su contra; y desbalances económicos; en vez de atenderlos adecuadamente, dando la cara y no encerrándose dentro de las cuatro paredes de su Despacho, sin recibir a la colectividad que necesita plantear y exigir soluciones, se escapa y se va de fiesta y borrachera en la ciudad de Lima.
Se escuda detrás de la policía y el ministerio público
Prefiere buscar el respaldo poniéndose detrás de la Policía Nacional y la fiscalía provincial, a quienes ha recurrido dizque para evitar que los comerciantes que buscan trabajar en momento de tanta dificultad económica y escasez de trabajo, se ubiquen en las cuadras 3, 4, 5 y 6 de la Alameda la República y organizar la Feria Navideña.

No solamente ello, sin la menor consideración al derecho fundamental al trabajo, ha ordenado el cierre del Mercado Modelo pretendiendo dejar sin su única fuente de ingresos a miles de trabajadores, tanto del interior, como de la parte exterior.
Pretende de esta manera, utilizar la razón de la fuerza y no la fuerza de la razón contra la ciudadanía, que en mal momento lo eligió como alcalde provincial, por amiguismo, confiando en sus falsos ofrecimientos y sin presagiar que tenían enfrente, además de un incapaz elevado a la enésima potencia, a un lobo disfrazado de cordero.
Desatendiendo sus responsabilidades funcionales, para los cuales no está capacitado, ha preferido escaparse a Lima, llevando a los “Negritos de Huánuco”, para la gran fiesta, baile y borrachera. ¿Será con la plata de su bolsillo o con el dinero del Estado? Esto corresponde investigar al Órgano de Control Institucional de la Municipalidad Provincial, dependiente de la Contraloría General de la República y al ministerio público, si en verdad cumplen con sus obligaciones y facultades que les concede la Ley Orgánica del Ministerio Público. En esta actividad, desnaturalizó el baile tradicional de los negritos, alterando el disfraz y la música, por lo que viene siendo duramente criticado por las redes sociales.
No dejar trabajar a las personas, que tienen la oportunidad de hacerlo durante las fiestas de Navidad y Año Nuevo, es un despropósito que vulnera el derecho al trabajo garantizado como derecho fundamental por nuestra Constitución Política del Estado. Pretender que la feria navideña se realice en el perímetro del Parque Infantil, pequeño en su extensión y que una gran parte de su área perimetral, ocupa un puesto de atención de la Policía Nacional, es descabellado, una cachetada a la necesidad y una burla contra quienes desean trabajar.

La conducta del “alcalde fiestero” subsume el delito de abuso de autoridad, cuya investigación preliminar, debería iniciar de oficio alguna fiscalía provincial penal de turno, por la “noticia criminal”. Pero esto resulta, a la luz de los acontecimientos que vivimos, como pedirle “peras al olmo”. Aquí vivimos como en una jungla, donde se impone la ley del más fuerte.

Sin embargo, fiel a su tradicional conducta fiestera y desubicada, el miércoles pasado ordenó cerrar una vez más el frontis del palacio municipal, en plena Plaza de Armas, con improvisados kioscos de ferretería armada, para que privilegiados comerciantes vendan chucherías, como en un mercadillo ambulante. Tienen derecho a trabajar, cierto ¿Pero porqué no los mandó a ellos también al perímetro del Parque Infantil? Seguramente, porque pesa más la bolsa de prebendas, que engordará, que duda cabe, sus cuentas personales. “A la vista del amo engordan los ganados”, máxima que le cae como anillo al dedo.