Hace algunas horas, después de que la ilegítima presidenta de la República Dina Boluarte, rindiera su declaración ante la fiscalía de la nación, dio un mensaje a la nación, reconociendo que había mentido a la prensa y al país, cuando dijo que el reloj “Rolex” que lucía y que ahora lo ha desaparecido, lo había comprado con su dinero y que tenía las “manos limpias”; también dijo otra mentira, de que ese “Rolex” era un recuerdo de “antaño”.
Miente con cinismo, descaro y facilidad
Con tranquilidad, con esa tranquilidad que demuestran las personas cínicas, proclives a la mentira y el engaño, manifestó que los relojes, así, en plural: los “relojes” Rolex (¿Cuántos?) se los había prestado su amigo, su chochera, su “huallqui” Wilfredo Oscorima, gobernador de Ayacucho, pero que ya no los tiene porque se los ha devuelto a su dueño.
Sobre las joyas valiosas, ha dicho que son “pura fantasía fina de la marca Unique”, que es de ella y que los tiene desde hace 8 años, mostrando una cajita usada. Nuevas mentiras a la vista.
Veamos; siempre recuerdo las máximas populares que los aprendí en casa, de boca de mis ancestros: “El pez cae por su boca”, o este otro: “En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso” y aquel otro que reza: “Para mentir y comer pescado hay que tener mucho cuidado”, máximas que les cae como anillos de metal precioso, al dedo de la usurpadora y mentirosa Dina Boluarte.
Miente fríamente pero deja huellas
Señala Boluarte, que su “huallqui” Oscorima, le prestó los relojes Rolex y que ella los aceptó por al bien del Perú. ¿Cuántos relojes? ¿Tres, cuatro, dieciocho relojes? ¿Oscorima tenía tanta posiblidad de prestarle más de un reloj “Rólex”? ¿Para qué? ¿Con qué motivo?. Esta mentira huele a estiércol cubierto por gatos.
Las joyas de bisutería fina, es decir de metal pintado o plateado, con engastes de vidrio, y perlas de semillas plateadas, que ha mostrado al país, afirmando que esas son las que usa diariamente desde hace 8 años, como si las joyas de fantasía fueran tan duraderas, obviamente no son las joyas que fueron fotografiadas cuando las usaba; por lo tanto, es otra mentira tan grande como la catedral de Lima, para ser más cercanos.
Que, se demoró en dar respuestas a las interrogantes, siguiendo la recomendación de su asesor o consejero, también es mentira, porque lo que realmente hizo Dina Boluarte, fue ganar tiempo para esconder, desaparecer las joyas y tramar una coartada para seguir mintiendo y engañando a la prensa, a la fiscalía y al soberano pueblo peruano, que apenas un 8% aprueba su gestión. Ahora, descubierta su proclividad a la mentira a lo pinocha, probablemente la aprobación bajará a 0%.
La justicia peruana no mide a todos con la misma vara
Para cerrar diremos, que si el mentiroso, embaucador de barriada, hubiera sido Pedro Castillo Terrones, lo volverían a encarcelar cuantas veces fuera posible. Pero como se trata de la marioneta de la derecha achorada, socia del nefasto fujimorismo que encabeza la jefa de una organización criminal, Keiko Fujimori Igushi, no hay detención ni denuncia constitucional de la chimpunera Patricia Chirinos, ni del nefasto marino Jorge Montoya; su par, el congreso corrupto, no aprueba la moción de vacancia presidencial, pese a estar comprobada la incapacidad moral de la Boluarte, porque no vayan a decirnos, que mentir de esta manera, no es una inmoralidad abierta.
Todos hacen cuerpo y protegen a una presidenta ilegítima, hundida en el maloliente fango de la corrupción, hasta el cuello. La fiscalía actuó con excesiva parsimonia, que no acostumbra ni para perseguir a un vulgar aranchador de celulares, permitiendo que doña Dina Boluarte y su equipo de defensores de la impunidad, desaparecieran los cuerpos del delito y urdieran la trama, la coartada, con las que pretende salir de la miasma, bien librada. En el Perú, que vive los años 20 de Al Capone; o, la “Cosa Nostra” de Sicilia; o, la época de ficción de la familia Mario Puzo, “El Padrino”, todo puede suceder: entre ellos, perseguir al inocente y blindar a los delincuentes.
